Artículo - ¿Por qué trabajar en equipo?


POR LETICIA MAGALLÓN / MAYO 2006



"El niño no es una botella que hay que llenar, sino un fuego que es preciso encender." Citó, Montaigne.

Es un privilegio especial, el tratar cuestiones de educación, ya que al hacerlo hemos de tener siempre presentes los elevados intereses de la humanidad y de la vida social; contribuir con la obra de educar tiene tanto valor que merece el mayor respeto para todos aquellos que de alguna manera han contribuido, aunque haya sido con tentativas que no han sido coronadas por el éxito.

La sociedad nos ha confiado el más valioso de sus tesoros, la formación y desarrollo del ser humano. De aquí nace nuestro compromiso; por lo que nuestra responsabilidad es grande y más grande, nuestra vocación que se mide por su responsabilidad. Los cambios de nuestro mundo son tan rápidos e incuestionables que las escuelas no pueden seguir siendo como eran, así como tampoco se pueden limitar a realizar ajustes superficiales.
Las exigencias sobre las nuevas demandas de la sociedad, han cambiado de una manera drástica. La ciencia y la tecnología no solo han alterado nuestras concepciones, sino también han generado nuevos roles y han puesto en duda los valores tradicionales, creando una gama de posibilidades morales, lo que en los años cincuenta, sesenta y hasta en los noventa se consideraba estético, bueno y verdadero, ya no lo es.

Por lo anterior, cualquier educación auténticamente holística o integral, como la educación Montessori, debe comprender que el desarrollo se despliega a través de una serie de olas de inclusividad; es decir, que la conciencia atraviesa una serie de procesos que va desde la arcaica hasta la integral, que constituye uno de los objetivos fundamentales de la pedagogía científica creada por la Dra. María Montessori.

Hoy por hoy, seguimos sin entender realmente el legado que nos dejó la Dra. Montessori.

Analicemos algunos de sus mensajes:

"La educación no solo debe proteger la personalidad, sino fundamentalmente orientar al hombre en la búsqueda de los tesoros que le garantizaran una existencia feliz; tales tesoros son la inteligencia de la humanidad y una personalidad normal. Entonces, lo que hoy necesitamos es una educación que forme una personalidad capaz de reconocer la grandeza del hombre."Citó, María Montessori.

"Todo lo que sea infundir valor, reconfortar el espíritu, hacer surgir el amor y el respeto, implica darse, prodigarse en ese sentido y hay que prodigarse si se quiere vigorizar y renovar la vida en torno nuestro."Citó, María Montessori, Pedagogía científica.

"A medida que el hombre progresa en los estudios, su interés intelectual aumenta, y con ello aumenta también la actividad del cuerpo. ΕΙ camino de la educación debe seguir al camino de la evolución; caminar y mirar siempre más lejos."Citó, María Montessori, La mente absorbente del niño

"Si estudiáramos al niño mejor de lo que lo hemos hecho hasta el momento, descubriríamos el mejor camino hacia la seguridad y hacia el amor, en todos sus aspectos. El amor no es analizado por los poetas y los profetas, sino por la realidad que cada niño descubre en su interior. Así, resulta fácil comprender que todo lo que crea el adulto, aun cuando se pueda calificar de progreso, no conduce a nada, sin amor. Pero el amor es mucho más de lo que hemos considerado, es la energía que regula y ordena lo animado e inanimado; y que se incorpora en la esencia de todo y de todos, como guía que conduce hacia la seguridad y hacia la eternidad en la evolución.

El amor es concedido al hombre como un don destinado a un fin determinado y con una intención particular, como todo lo que es prestado a los seres vivientes por la conciencia cósmica. Debe ser atesorado, desarrollado, y ampliado al máximo de sus posibilidades. El hombre es el único de los seres vivos que puede sublimar esta fuerza que se le ha concedido y desarrollarla lentamente y su deber es convertirla más y más en un tesoro: precisamente porque es una fuerza, mantiene unido el universo.

Todo lo que el hombre puede hacer con sus descubrimientos depende de la conciencia del que los usa. Esta energía del amor, en cambio, nos viene dada porque cada uno de nosotros la lleva dentro de sí. El estudio del amor y de sus utilizaciones nos llevará a la fuente de la que emana: el niño. Este es el camino que deberá recorrer el hombre en su afán y en sus trabajos si, como aspira, desea conseguir la salvación y la unión de la humanidad.
"Citó, María Montessori, La mente absorbente del niño.

Comprometerse activamente en una práctica transformadora integral en la educación, supone ejercitar todo el proceso de desarrollo del ser humano en lo emocional, espiritual, artístico, físico, social, mental e intrapersonal-, pero no de una manera parcial, sino de una manera total que garantice la cultura a la luz de la voluntad, el amor, la responsabilidad y la libertad.
Es grande nuestra responsabilidad, pero también grande es nuestra satisfacción cuando vemos que el fruto de nuestro trabajo con la aplicación de nuestros conocimientos tiene buenos resultados, cuando nos damos cuenta que nuestros alumnos se superan y adquieren cada día más confianza en sí mismos, cuando nos sorprenden con la alegría de su satisfacción personal.

Desde mi punto de vista, las personas que hemos tenido la fortuna de prepararnos bajo la metodología Montessori llevamos un avance educativo, pero de poco nos servirá, si no somos capaces de admitir e incluir en un abrazo más amable y amoroso a nuestros pares, probablemente yo no hable para ustedes, pero si estoy hablando para los que vendrán; solo juntos podremos hacer algo por los demás.

El gran reto del hombre actual es saber trabajar en equipo, es mantener una conexión que nos proporcione estabilidad sistémica.

Si no nos preocupamos de lo que pasa con los niños HOY, la historia del hombre va a ir por otro lado, porque estamos inmersos en un mundo que genera negación a través de la competencia, a través de la lucha, de la valoración de la guerra, del insistir que los seres humanos somos agresivos y que esto es legítimo porque tenemos que luchar por nuestros derechos.

Si los seres humanos estamos en un proyecto común, en un intento de convivencia amorosa, democrática, se habla de movernos en espacios donde surja colaboración de proyectos que se puedan diseñar conjuntamente; esto no significa coincidir en todo, pero si respetarnos. El oponerse sirve para conversaciones que dan como resultado un enriquecimiento, no espacios de negación, poder у actitudes egocéntricas.

La verdadera democracia es cuando las relaciones sociales surgen bajo el amor, es la realización de un trabajo que surge bajo el compromiso intrínseco compartido. Pero para que esto suceda, realmente debemos tener vocación por la educación, amor por el niño y fe en la humanidad.

Universidad Montessori de León, Leticia Magallón.